miércoles, 2 de febrero de 2011

Siempre he pensado que cuando quieres algo, lo que tienes que hacer es esforzarte.
Si es difícil de conseguir, pues te esfuerzas un poco más, y si ya no queda nada, lo último es rendirse.
Y eso, en todas las facetas de la vida. Cuando cometes un error, y te das cuenta, cosa algo complicada, si es sanable, perfecto, y si no lo es, aprendes de ello, y vuelves a empezar.
Pero qué pasa cuando crees que haces las cosas bien y... ¿siempre falla algo?
Cuándo no sabes de dónde viene el error, dónde está la pieza que no encaja, cuál es la nota que desentona, o el ladrillo que rompe la estructura. 

Siempre hay un lado de la balanza que se descompensa. Y piensas : " has de ser paciente, terminará por equilibrarse" 
Pocas veces pasa eso. Y yo no soy la excepción. Esa es la clave. 
Tengo que dejar de pensar que las cosas pueden cambiar. 
Nada cambia, si yo no modifico los ingredientes.
No soy la excepción. No me levantaré un día con un golpe de suerte.  Mi vida no girará 180º una mañana cualquiera.
No soy la excepción, esa es la clave. Parece un pensamiento pesimista, pero no lo es, al contrario. Es positivo, es creer más en ti y en tus posibilidades, que son infinitas. 
Es pensar que tienes a tu alcance todo lo que te propongas. A corto o a largo plazo. Pero todo. 
Porque no soy la excepción.

2 comentarios:

Rocío Andréu dijo...

TÚ ERES LA EXCEPCIÓN.


p.d. Era por hacerte la contra un rato.

Rocío Andréu dijo...

Las cosas pueden cambiar y tú también puedes cambiarlas.
Tú sí eres la excepción, ¿quién va a cambiarlo si no tú?

Y quizá mañana te despiertes y el mundo está al revés y lo que antes importaba ya no importa, o las cosas se arreglen y sale en sol en mitad de la noche, ¿por qué no?

Todo cambia a cada instante… Y tú NO puedes ser una excepción.
Es demasiado aburrido y previsible ser la regla general…