jueves, 5 de enero de 2012

Cosas que no debo dejar de valorar.

1. Acariciar a mi perro. Dormir con mis gatos.

2. Sonreir, a todas horas.

3. Pasear por mi ciudad, descubrir sitios nuevos.

4. Observarte, sin decir nada.

5. Provocarte una sonrisa.

5. El abrazo de mi abuela.

6. Aprovechar el tiempo. MI tiempo.

7. Tu compañía.

8. Relajarme en la cama.

9. Tu olor.

10. El frio acariciar mi cara mientras estoy caliente bajo mi manta.

11. Poder soñar.

12. Mi chimenea.

13. Jugar a la Xbox con mi hermano.

14. Saborear las fresas.

15. Poder valorar lo que quiera.

lunes, 2 de enero de 2012

2012.

No me gustan las despedidas. En cambio, me encantan las cosas que comienzan.
Me gusta empezar nuevos proyectos. Sentir un nuevo día cada vez que me levanto. Diferenciar unas horas de otras con pequeños detalles, aunque sea una risa incontrolada.

Un año que se va, otro que empieza, y con él los nuevos propósitos, la ilusión de volver a empezar, el recuerdo de lo que dejamos atrás... La alegría de lo vivido y la tristeza de lo sufrido.
Llega un momento durante el fin de año, que te planteas si ha merecido la pena el periodo que acaba y te permites planear cómo enfrentarte al que empieza.

A mi me gusta mirar atrás y recordar con una sonrisa todo lo que he aprendido. Valorar las cosas en su medida, dándole importancia a lo que en realidad lo tiene. Mirar hacia delante pensando que siempre se puede mejorar. Que la suerte no viene sola, hay que salir a buscarla.

Alguien que me lea de forma regular puede preguntarse... ¿No eras negativa?
La respuesta es sí. La verdad es que muchas veces lo soy, sobretodo en el plano sentimental. Pero estos últimos meses he descubierto que viendo las cosas y los problemas de otra forma vives mejor.
¿De qué te sirve encerrarte y llorar? Lamentarte, pensar que todo te pasa a ti, derrumbándote, cabreándote, estar de mal humor... Yo te lo digo, es sencillo: de nada.

No es complicado valorar tu vida. Saborear la vida. Realizar cada acto como si no volvieses a hacerlo jamás. Como si cada día fuese fin de año.

¿Recuerdas la última vez que paseaste este invierno? ¿Te fijaste en cómo brillaban las estrellas? ¿Notaste el frío helado acariciarte la piel? Hay quien no tiene tiempo ni para pasear. Quien agradecería un rato para estar consigo mismo.

¿Cuándo fue la última vez que abrazaste a tu madre/padre/hermano? No cuesta nada decir te quiero de vez en cuando. Si no eres de expresar sentimientos con un abrazo bastará.  Puede que algún día lo eches en falta.

Te quejas de que hace tiempo que algún amigo no te llama, que pasa, que estáis perdiendo el contacto. ¿A qué esperas para llamar tú? La amistad no entiende de quién llama más. Ni quién llama primero. La amistad no entiende de orgullo ni de rencor. Cada uno tiene su vida ocupada de alguna forma. No se lo tengas en cuenta. Pero no dejes que pasen más días. No sin razón..

Será que empieza el año, que aún es Navidad, que soy un año más vieja.. o que el nuevo anuncio de CocaCola me ha llegado dentro.. jajaja No sé, no tengo ni idea de cuál es la razón. Pero he descubierto que vivir lamentándote de tus desgracias no sirve para nada.

Por eso este año nuevo no he planeado propósitos. No me he prometido aprobar más o salir menos. Solo me propongo, vivir mejor.  Que mi conciencia viva en armonía conmigo. Prometo arrepentirme de haber hecho algo, pero no de lo que pude hacer y no hice.
Prometo cometer errores, pero también enmendarlos y aprender de ellos.
Prometo dar oportunidades, porque todos nos merecemos aprender.
Prometo sonreir.
Prometo estar ahí, cuando me necesites.
Prometo llamarte, cuando te necesite.
Prometo intentar prometer que no tropezaré dos veces.
Prometo regalar abrazos cada vez que me apetezca, sin avisar.
Prometo en definitiva vivir. Prometo saborear la vida.